La Historia de vida es una estrategia de investigación etnográfica: es una aproximación entre antropología e historia. Surge como método de investigación cuando comienza a perderse la confianza en un concepto de la historia como un relato único y universal. Es así que presta más atención a lo micro social, es decir, se explican ideas, actitudes y modelos de cultura mediante un examen intensivo de una persona, un documento o una localidad. El objetivo será generar versiones alternativas de la historia social a partir de la reconstrucción de experiencias personales. Es un método que facilita el conocimiento acerca de la relación de la subjetividad con las instituciones sociales, sus imaginario y representaciones simbólicas. Es decir, que buscamos el punto de interacción entre la Historia social y la Historia personal. La historia de vida proporciona una lectura de lo social a través de la reconstrucción del lenguaje, en el cual se expresan los pensamientos, los deseo y el mismo inconsciente. Por eso decimos que esta metodología puede ser el encuentro entre la novela policial, la historia social y el psicoanálisis. Si bien este método, que llamaremos “indiciario” porque se sirve de indicios que aparece en el discurso de los sujetos entrevistados, se nutre del psicoanálisis, de la introspección individual, es necesario que se acompañe el análisis con una lectura del contexto social. El contexto, aunque compartido, no necesariamente es homogéneo; está constituido por relaciones disimétricas y por situaciones individuales. El contexto ayuda a pensar lo que los documentos nos dicen, pero lo que de ahí se infiere, son posibilidades, no consecuencias necesarias; es decir, la mayoría de las veces, conjeturas y no hechos verificables.
¿Qué es un indicio? Podríamos decir que todo historiador e investigador social, una vez delimita la pregunta investigativa, cuando evidencia vacíos en el hecho o acontecimiento, trabaja sobre indicios. Y nuestro arte de investigar es muy comparable al del detective que descubre al autor del delito sobre la base de indicios, que en la mayoría de los casos son imperceptibles.
El desafío de este método es descubrir las vías que le permitan acceder a la reconstrucción de las culturas que dejan pocos rastros o evidencias de su pasado. La propuesta indiciaria busca renovar los métodos tradicionales de investigación, dándoles la voz a los que no la tienen, renovar paradigmas y conceptos, el modo de concebir el estatuto de prueba y las formas de control y verificación de los resultados historiográficos.
El investigador también debe tener en cuenta el contexto, el cual ayuda a pensar lo que los documentos o testimonios nos dicen; sin embargo, lo que de ahí se infiere son posibilidades, no consecuencias necesarias, en otras palabras, conjeturas y no hechos verificables, la mayoría de las veces. Frente a hechos variables y ante hechos que cuentan, a veces con solo testigos, no necesariamente coherentes y con voces discordantes, el método indiciario se convierte en una posibilidad. El indicio hace parte del material sensible, significativo y se entiende que está constituido por aquellos elementos que son aprehendidos y percibidos mediante la aplicación de nuestros órganos y sentidos, tarea cognitiva que compromete de manera integral al buen investigador social.