La caída de Betar, y con ella el fracaso de la rebelión, tuvieron graves consecuencias, tanto en el aspecto demográfico y territorial, como en el religioso y cultural. Fue entonces que los jajamim volvieron a tomar las riendas de la conducción del Pueblo para recuperar la vida judía tal como lo habían hecho en el año 70 tras la destrucción del II Beit Hamikdash. Esta vez, el centro de vida judía se trasladó hacia el norte, hacia la región del Galil...